Inverna


El olimpo se vuelve inestable, las campanas de vientos sonaban cada vez más lejanas y la mirada omnipotente del todo se volvía borrosa como un rastro mal definido o un camino sin pistas.

Su cuerpo perfecto se volvía sensible y su mirada comenzaba un viaje por los años transcurridos, personas, campos, luchas, lagos, casas, embarcaciones, sol, mares, peces, ríos, guerras, armas, flores, brisas, nieve… mucha nieve.

Sus pies tocaron lo que un día olvidaron, miró con impaciencia aquel lugar al que no decidió por si sola bajar. Guardó silencio como tantas otras veces, inquiriendo, anhelando una respuesta divina. En donde la pasividad de su trono no se viera obstruida por todas esas personas.

Relajó sus brazos a los costados de su cuerpo, sintiendo una energía blanca, llena de pequeños diamantes centelleantes relampagueando a su alrededor, como una aura celestial que marcaba su ya consagrada vida de Diosa.

A su lado sus hermanos iban emergiendo de la nada al igual que ella, en este mundo tan alejado de su hogar. Alzó su fría mirada al cielo buscando la puerta de entrada o algo que la guiara nuevamente a donde estaba acostumbrada.

Miró acechante a sus hermanos al no encontrar nada, inhaló profundamente, botando el aire de inmediato. Al instante una espesa capa de hielo rodeó sus pies y una helada ventisca circuló a través de su cuerpo.

-La paz se ha ido hermanos míos- su aterciopelada voz sólo se escuchó entre los suyos

-El invierno se aproxima- concluyó. Cerrando su mente a pensamientos sin respuestas.

No hay sonrisas en un imperio devastado, como tampoco lamentos en una noche estrellada.

Una historia sin final.


Recuerdo aquel día en donde todo era azul. ¿Lo recuerdas “S”?.
Tus escamas poseían aquel extraño color el cual me anunciaba que pronto cambiarias de piel. Tú me miraste más allá de aquel grueso cristal y me pediste que te llevara. Sé que es idiota de mi parte pensar que podías comunicarte conmigo pero la verdad era que sentí aquella conexión única con tus profundos ojos… sé que te vi en otra vida o te soñé en una de esas frías noches en la casa de mi tío Jhon. ¿Qué puedo decir? Fuiste el mejor regalo que alguien podía pedir a los 15.

Cuando llegamos a casa te recostaste sobre mis piernas y me pediste que te contara una historia, no supe que decir hasta que mis manos tocaron el bonsái que mi madre dejo a mi cuidado antes de marcharse.

Cerré los ojos y comencé la historia:
Nació en una tierra al norte se San Francisco. Era un bebe con una sonrisa de ángel como decía su madre. Su padre las abandonó poco antes de que la madre diera a luz, algo lógico en estos tiempos llenos de lujuria y odio. La madre crió a la pequeña entre cánticos de alegría y hermosas plantas que se asomaban al sol con cada amanecer, todo era perfecto en aquel mundo verde. Todo era hermoso cuando las imágenes tomaban formas mientras las miradas se hacían eternas. Pasaban mayor parte de su tiempo en la reserva ecológica de la ciudad donde su madre se desempeñaba. Rodeadas de aquello que la tierra les traía. Quizás erróneamente la madre de esta nunca le habló de su pasado, de su futuro o simplemente de su presente. La niña que ahora pasaba a ser una pequeña adolescente que vivía dentro de una burbuja, alejada de males y cubierta de historias que no eran del todo ciertas. Los años pasaron y la pequeña ya cumplía 13 años. Fue allí en aquella mañana gris donde todo cambió. Una puerta destrozada y unos gritos de auxilio la alertaron a esconderse tras un enorme roble. La madre desapareció aquel día, la dejó, no sabe que pasó más allá de esos sonidos que hasta el día de hoy resuenan en su cabeza. No le quedo de otra que ir a vivir junto a su tío en una alejada granja al sur de Texas. Donde los sonidos no se escuchaban y el verde se veía substituido por un amargado amarillo.
Te sonreí en aquel momento, pues no tenía que más contar. Ahora han pasado un par de años de eso y no podía imaginar que todo acabaría en esto.

Créeme “S” ya no podía aguantar. Teníamos que irnos antes de que las cosas empeoraran. Milagrosamente alcanzaste a morder a aquel viejo asqueroso y depravado antes de que consumara por completo sus deseos en mi cuerpo… No linda no te sientas mal, las lagrimas ya dejaran de caer.

Era hora de que todos nos liberáramos de aquella amargura, las llamas comenzaron a quemar las tierras a nuestro paso, los animales de la granja corrieron quedando a salvo de todo puedes estar tranquila. Deseo volver al internado que me mantenía alejada de aquella bestia los meses que duraban las clases. Pero todo termina algún día ¿Verdad “S”?.
No querida aún no sé donde demonios vamos o si esas malditas personas irán a alejar su mirada de mi cabello… o te miran a ti?... Puff ahora resulta que eres popular. Yo seco mis lágrimas, deja de alborotarme el cabello.

Mira… allá podemos pasar la noche sujétate que la moto no se detendrá… no por ahora.

Espera, no, no mires atrás. Duele, siempre dolió. ¿Y ahora que viene? ¿Te acordaste de meter dinero a mi mochila?

Liesse... "Alma pura"


Pesadillas con sabor a sal. Imágenes con olor a oxido. Sonidos con texturas rugosas. Un grito proveniente de ella misma la vuelve a despertar, su cuerpo expedía un sudor con olor a lilas, pero las lágrimas dibujadas sutilmente sobre su rostro mostraban la macabra y clara realidad. Aquellas pesadillas lastimaban el frágil corazón que poseía, llevándola a un abismo que nadie entendería.

Marcó su paso con una larga capa grisácea, un vestido sacado de la edad media, sin volumen, pero, muy suave de terciopelo azul. Cubrió su larga cabellera con la capucha de la capa y sus ojos miraron cada centímetro nevado esperando poder encontrar algo más que la r
otunda soledad.

Paso a paso avanzó observando, escuchando y frotando sus manos sobre sus guantes para no congelarse. Un rastro de sangre y amargura la hizo alertarse, poniendo sus cinco sentidos a disposición de la ayuda de los menos afortunados.

No llores pequeña alma, no temas dulce melodía, la mano amiga viene a tu socorro. Sólo grita para poder escuchar, sólo piensa para poderte encontrar.

Siente más cerca el sufrimiento de un ser. Se detiene y se deja llevar por los instintos que le brindaron los dioses al amanecer. La noche asecha y la luz de su antorcha ilumina tenuemente. Corre al ver algo y se deja caer junto al cuerpo que necesitaba bondad. Mira detenidamente las heridas y siempre precavida se apresura a hablar:
- No temas, no te haré daño, escuché tu sufrimiento y vine para ayudarte, tranquilo por favor- dijo con una tierna voz.

Caminos...


Las virtudes cambian y los pensamientos quedan.
Mis manos se vuelven a atar en un camino sin rumbo.
Pienso, analizo, escucho, leo.
Y no hay nada… nada allí que me sostenga.
El laberinto de ideas se alarga, y no sé cual es el sendero correcto.
No hay palabras, mi mente se abruma.
Creo recordar, creo saber que hacer.
Vuelvo y no… la imagen se borra.

Abro los ojos y veo.
Mi corazón sigue latiendo.
La cuerda de mis manos cede.
Me libero para escapar, corro, vuelo.
Quizás ahora, y solo ahora sepa en realidad lo que sucede.
Pero la mente es escurridiza y mis ojos se cierran nuevamente.