Un día en la mente de Liv


Podía ver el cielo a través de ese espeso techo, ni los materiales ni mucho menos la incapacidad visual me dejarían esta noche ciega. Las estrellas invisibles bailaban frente a mis ojos añorando ser vistas por más y más incautos soñadores, adoradas, deseadas... Pensé, soñé, divague mil y una cosas, pero esta noche no me dejaría llevar otra vez por esa estúpida angustia que me hacía la persona más miserable del mundo. Sequé las torpes lágrimas que se quedaron estancadas en mis mejillas produciéndome cosquillas e incomodidad.

Me sentí claustrofóbica encerrada en esas cuatro paredes que contenían mi demencia, mi frecuencia respiratoria aumentó y cortas apneas se dejaban sentir en mis células. Sonreí con recelo intentando recordar un aroma único y inigualable. Con los días transcurridos el olor de Brooke se estaba esfumando de mi mente, grité enfadada y me vi sumida en mis prendas rebuscando su fragancia por en cada una de las telas que configuraban mi armario.

Golpeé los muros y mis nudillos comenzaron a sangran, la luz opaca que iluminaba mi cuarto comenzó a parpadear y iluminar cada vez más hasta que de un segundo a otro explotó quedando el lugar en total oscuridad.

Tomé mi abrigo negro largo para cubrir mi pijama y me empeciné en salir antes de que la habitación terminara en miles de pedacitos.

¿Dónde estaba la cordura cuando se necesitaba? ¿Por qué aún no podía resolver el maldito acertijo de la salida de este manicomio ambulante? ¿Estarían mis padres consientes de que estaba perdida en un lugar como este?

Grité nuevamente cuando abandoné la habitación. Mis pies me guiaron por senderos olvidados, senderos que un día fueron transitados por miles pero ahora era sólo el eco de mis pisadas los que se marcaban en la neblina.

Mi rostro se humedeció por entero y mis ojos brillaron con mayor intensidad, debajo de ellos una capa de piel violeta los cubría haciendo que mis facciones se vieran cansadas. Esperé que la muerte me llevara en un bang, o que en un sueño mi mente se apagara por completo, pero nada… ya había esperado demasiado, quizás era más cobarde de cómo alguna vez lo imaginé. Ni siquiera era capaz de terminar con mi vida.

¿Tenía algún sentido vivir ahora?... esa pregunta vaciló en mis neuronas hasta que me percaté que tenía que encontrar la fórmula de supervivencia, aunque esta fuera matar uno por uno a cada habitante de la villa. Me convertiría en una asesina en serie si era necesario para encontrar la paz.

Me recosté cuando las luciérnagas me rodearon con sus sutiles lucecillas, mis ojos se cerraron soñando con una voz en las tinieblas.

No temas Liv, la salvación se verá reducida en gotas de sangre…

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