Theo...


Su nombre es algo que nunca se supo con claridad, uno los llamaban Theo yo simplemente le decía The. Tenía 27 años cuando lo conocí, aún así, me parecía que el tiempo no pasaba en él.

Siempre pensé que la maldad no existía, o simplemente no se dejaba notar cuando estaba frente a grupos, pero con él era todo diferente, su sola presencia podía causarle escalofríos a muchos.

Era uno de los pocos Cazadores que conocía en el lugar, desde el principio supe que era visionario, mas nunca entabló una conversación muy grata conmigo, sus palabras mas que una charla parecían constantes órdenes dotadas de odio.

Trabajar como químico era casi una condena para él, pero lo hacía para complacer su intelecto momentáneamente, al menos eso nos hacía pensar. Vivía en Helia a pocas cuadras del laboratorio en el cual nos desempeñábamos.

Sus ojos eran de un marrón profundo y su mirada parecía estar siempre atravesando tu piel. Su cabello era tan oscuro como la ropa que solía usar. Medía más de un metro ochenta, de tez dorada y labios agrietados. Sus dedos eran gruesos y sus manos siempre daban la impresión de estar secas. Su sola apariencia dejaba entrever que entrenaba constantemente, en su espalda estaba trazado un tatuaje que decía “the end is coming”. Casi siempre llevaba barba la cual nunca crecía lo suficiente, se mantenía alrededor de unos 0,5 centímetros de largo. Aun así su presentación personal era intachable.

Era la persona más petulante que había conocido en mi vida, siempre estaba disgustado en el trabajo. Meditaba muy a menudo y no le sobraban segundos para tratar mal a cuanto se le atravesase. Irónico, salvaje, agresivo, testarudo, narcisista, manipulador. Parecía estar viviendo mayor parte del tiempo en su cabeza. Inteligente, calculador, frio, traicionero, callado cuando ameritaba. Sádico y cruel. Parecía estar motivado por el placer y nunca se sabía que era lo que le producía placer. Podía ser malditamente encantador cuando se lo proponía, aún así se dejaba entrever que algo quería a cambio de tal hecho. En general era una persona desconfiada que lo mejor era tenerlo de tu lado o mejor dicho, a la vista.

Sólo una vez me contó de su vida, y esa única vez me bastó para alejarme de él por completo.

Eran las 4 am y las copas ya parecían agua en mi garganta, fue cuando tras una volada de aquellas él comenzó con el suplicio:

-Nunca supe quien era mi madre, y tampoco me importaba conocer al maldito ser que me engendró. Aún así pude sobrevivir, obviando por completo el hecho de que el amor maternal era para gente corriente. Mi padre era un Humano soldado de Helia, trabajaba como un esclavo para los comandantes, era un simple peón que manejaban a su antojo. De pequeño me producía lastima, hasta unas ganas tremendas de romperle el rostro para que se hiciera respetar. -(Rió muy fuerte) -Pero me contuve, no valía la pena desgastar mis jóvenes músculos en alguien tan mediocre.

-Los años prosiguieron como era de esperar, crecí como uno más de todos ellos que se refugiaban para que un monstruo no me partiera el culo. Soñaba, no te imaginas como soñaba, en salir a la calle, tranquilo, sin que nada me detuviese, sin que ni una sola orden me dijera qué o no hacer. Cuando me di cuenta de mi verdadera naturaleza, la rabia y el rencor se apoderaron de mí, no creas que eso me hizo flaquear, por el contrario, todo se volvió más claro en mi vida. Y por supuesto, al fin le encontré un propósito idóneo a lo que iba a ser con mi tiempo.-

-Estaba claro que no les haría las cosas fáciles al sistema, yo no era uno de ellos, o quizás sí, pero no me iba a doblegar como todos, yo era diferente. ¡Yo, yo, yo! Eso fue lo único importante desde ese momento, hasta ahora.-

Su rostro cambió y se endureció, no me atreví a hablar sólo le di una calada a mi cigarrillo esperando que prosiguiera

-Ya a los 20 decidí que era el momento de sentar cabeza como dicen por ahí. Me casé, con una mujer indescriptible, era inteligente, hacendosa, y su hermosura se desbordaba en cada paso. (Miró su copa) Pero las mujeres son sensibles y estúpidamente débiles, su existencia terminó cuando mis manos se depositaron en su cuello y lentamente sus chillidos se escucharon como una melodía perfecta en la habitación.- Su mirada se elevó hasta mi rostro. Podía sentir como una gota de sudor frio bajó desde mi frente, pasé saliva.

Comencé a trabajar en el laboratorio cuando me comenzaron a seguir para que así lo hiciera. No era mi intención estar acá tanto tiempo. Pero eso pronto acabará. -Dio un último sorbo prolongado a su trago y rompió la copa dejando afiladas puntas a su disposición.

Se levantó del asiento y comenzó a atacar a todas las personas que nos rodeaban, sus ojos brillaban de una forma indescriptible y una sonrisa escandalosa dejaba ver sus pálidos dientes. La sangre salpicó en mi rostro y como una obra de arte despedazaba a cada una de las personas que yo consideraba mis amigos, su rostro resplandecía y sus jadeos alegres parecían romper mis tímpanos.

No recuerdo como, ni en qué momento pude escapar, pero estoy seguro que soy el único que quedó vivo después de esa masacre.

El laboratorio no prosperó después de eso, nadie fue a trabajar al día siguiente porque obviamente todos estaban muertos. Después de aquel hecho me fui de Helia a un lugar en donde no pudiera encontrarme.

Uno cree las cosas porque ha sido acondicionado para creerlas.

Hoy me encontré escuchando Aqualung nuevamente, y lo primero que se me vino a la cabeza fue Crazy Mirror, un proyecto que no dio mucho resultado, de igual forma conservo en la memoria a Spencer (Avatar: Matt Hales)




Procesando los datos…
Pruebas genéticas completas
Numero de fallas 554 Código beta en proceso…

Eran los años más caóticos tras las ultimas décadas, las imágenes de un ser perfecto se dejaban entrever con las pruebas genéticas, éramos los conejillos de india de una generación que había pasado por drogas, alcohol y sexo. ¿El año? ya no teníamos idea, 2030 cuanto mucho.

Nos separaban por grupos, de acuerdo a la capacidad intelectual que tuviéramos. Nos hacían trabajar de las 8 hasta las 17 horas, luego nos programaban una lista de actividades que retroalimentaran lo que estábamos proyectados a hacer. En resumen nos convirtieron en maquinas con capacidad de pensar.

Buscando información del código Beta…
Procesando.
El código Beta fue implementado por el ejército tras las primeras fallas de sistema, las mentes de los habitantes comenzaron a presentar problemas poco habituales. Bipolaridad, esquizofrenia, paranoia, manías, depresión, narcisismo, entre otros. El estado no estaba dispuesto a que los “desertores” como los comenzaron a llamar tras las fallas, se mezclaran con el resto. El resultado fue, crear una isla en donde muchos como ellos pudieran vivir en “paz” o hasta que fueran “sanados” por los especialistas. No se encontraban dispuestos a perder vidas por mínimas grietas.

No recuerdo cuando fue, ni en que segundo comenzó a cambiar todo en mi perfecta (programada) vida. Quizás cuando ellos iniciaron su seguimiento con sus enormes armas, trastornando mi tranquilidad y haciendo casi imposible concentrarme en algo (corre, idiota, corre).

Las calles se comenzaron a cerrar a mi paso, no, ellos no eran los que mutilaban mi mente normalmente… ¿Quiénes eran?, sus trajes blancos no estaban dentro de la vestimenta habitual de los habitantes y definitivamente aquellas largas agujas querían traspasar mi piel. (Buscan tu alma, claman por tus dedos, se alimentaran de tus entrañas, corre, corre) Ya era demasiado tarde para seguir, las murallas me ordenaron parar, como una rata me acorralaron y me sometieron a medicamentos de extraña composición. Mis ojos lentamente se cerraron y ya no pude despertar.

Actualizando lista de desertores…
Spencer Palvin, desertor 555
Limpieza de hechos transcurridos las ultimas 24 horas Borrando memoria.
Iniciando inserción de nuevos datos en el desertor.
Cargando…

Desperté cuando el barco arribó a la Isla, no podía creer que al fin la suerte tocara a mi puerta. Nunca me sentí tan emocionado ¿Yo?, ¿premiado?, ¡Que fortuna! (¿Qué mierda es esto?, todo es blanco, asco) Lo único que recordaba del día anterior era la carta que había llegado a mi casa, avisándome de mi nuevo hogar, nadie se podía negar a aquella lista de comodidades. Sobretodo en estos tiempos donde dormir en una cama de dos plazas era un privilegio… Ahora sólo me queda, ¡Disfrutar!.

Un día en la mente de Liv


Podía ver el cielo a través de ese espeso techo, ni los materiales ni mucho menos la incapacidad visual me dejarían esta noche ciega. Las estrellas invisibles bailaban frente a mis ojos añorando ser vistas por más y más incautos soñadores, adoradas, deseadas... Pensé, soñé, divague mil y una cosas, pero esta noche no me dejaría llevar otra vez por esa estúpida angustia que me hacía la persona más miserable del mundo. Sequé las torpes lágrimas que se quedaron estancadas en mis mejillas produciéndome cosquillas e incomodidad.

Me sentí claustrofóbica encerrada en esas cuatro paredes que contenían mi demencia, mi frecuencia respiratoria aumentó y cortas apneas se dejaban sentir en mis células. Sonreí con recelo intentando recordar un aroma único y inigualable. Con los días transcurridos el olor de Brooke se estaba esfumando de mi mente, grité enfadada y me vi sumida en mis prendas rebuscando su fragancia por en cada una de las telas que configuraban mi armario.

Golpeé los muros y mis nudillos comenzaron a sangran, la luz opaca que iluminaba mi cuarto comenzó a parpadear y iluminar cada vez más hasta que de un segundo a otro explotó quedando el lugar en total oscuridad.

Tomé mi abrigo negro largo para cubrir mi pijama y me empeciné en salir antes de que la habitación terminara en miles de pedacitos.

¿Dónde estaba la cordura cuando se necesitaba? ¿Por qué aún no podía resolver el maldito acertijo de la salida de este manicomio ambulante? ¿Estarían mis padres consientes de que estaba perdida en un lugar como este?

Grité nuevamente cuando abandoné la habitación. Mis pies me guiaron por senderos olvidados, senderos que un día fueron transitados por miles pero ahora era sólo el eco de mis pisadas los que se marcaban en la neblina.

Mi rostro se humedeció por entero y mis ojos brillaron con mayor intensidad, debajo de ellos una capa de piel violeta los cubría haciendo que mis facciones se vieran cansadas. Esperé que la muerte me llevara en un bang, o que en un sueño mi mente se apagara por completo, pero nada… ya había esperado demasiado, quizás era más cobarde de cómo alguna vez lo imaginé. Ni siquiera era capaz de terminar con mi vida.

¿Tenía algún sentido vivir ahora?... esa pregunta vaciló en mis neuronas hasta que me percaté que tenía que encontrar la fórmula de supervivencia, aunque esta fuera matar uno por uno a cada habitante de la villa. Me convertiría en una asesina en serie si era necesario para encontrar la paz.

Me recosté cuando las luciérnagas me rodearon con sus sutiles lucecillas, mis ojos se cerraron soñando con una voz en las tinieblas.

No temas Liv, la salvación se verá reducida en gotas de sangre…